Manuel Aumaitre: Una vida dedicada a la música – Entrevista

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No nos cabe duda de que el músico que hoy nos ocupa es uno de los guitarristas más versátiles de esta generación. Conocemos a Manuel Aumaitre hace muchos años, pero pocas veces hemos tenido la oportunidad de acercarnos a él con el detalle que conseguimos en esta entrevista.

Es complicado encontrar una forma de definir a Manu; cualquier cosa podría encasillar su manera de entender la música, pero quizás la manera que mejor se acomoda a él sea: dedicación.

Guitarrista y vocalista de la banda de rock progresivo Calle Santiago, director de la orquesta de rock sinfónico Euforia Sinfónica, guitarrista clásico, músico de sesión, arreglista, compositor… Manuel Aumaitre ha dedicado su vida a todo lo que tiene que ver con la música en su estudio, creación y divulgación.

Para Apuesto al Rock fue un verdadero placer entrevistar a Manuel Aumaitre, y este es el resultado.

 

 

En su momento, José Ignacio Cabrujas se definía a sí mismo como «un hombre de teatro», en tu caso, ¿te definirías como «un hombre de la música?

Sí, seguro. No sé muy bien bajo qué contexto el Maestro Cabrujas habrá dicho eso o qué significaba realmente para él ser un «hombre del teatro». Me imagino que es mucho más que hacer teatro como actor, director o escribir obras. Creo que se refería a ver la reciprocidad, la comunión y la sinergia que hay entre la vida misma y el teatro, no solo como manifestación artística, sino como forma de sentir, de ver, de analizar, de juzgar, de apreciar la realidad. En este sentido, he encontrado que la música para mí no solo ha representado mi profesión durante muchos años, sino que es una manera de ver la vida, entendiendo también que muchas cosas de la vida te pueden ayudar a entender a la música. Si es eso, sí. Lástima no está el Maestro para consultarle.

 

Estudias música desde una edad muy temprana, ¿cómo evaluarías tu formación? Fuera de la parte estrictamente técnica, ¿cuál crees que ha sido la enseñanza que mayor impacto ha tenido en ti?

Desde pequeño siempre estuve rodeado de mucha música. Mi papá era requintista en una agrupación de boleros y mi mamá cantante. Estuve rodeado de guitarras, cuatros, maracas, tambores, teclados y discos… muchos discos. No fue hasta hace poco que me di cuenta de que en eso yacía la primera etapa de mi formación. Luego entré en la Escuela de Música y comencé lo que sería el estudio formal o académico de la música, aunque yo nunca vi mucha diferencia entre las cosas que veía en las escuelas y los consejos que me podía dar mi papá, quien venía de un mundo más popular, más callejero. La escuela de música fue importante para mí porque me dio herramientas para entender desde una parte más racional de mi cerebro aquello que llegaba a mis oídos, pero la música como forma de expresión y comunicación siempre fue para mí algo muy natural. El estudio de la guitarra clásica ha marcado todo lo que soy como músico, sin embargo, no fue la única faceta que cultivé; estudié composición, canto, dirección, gestión cultural y otras disciplinas que me formaron como el músico integral que soy hoy.

Todos mis maestros han dejado una gran huella en mí y he tenido muchos procesos de aprendizaje de gran impacto. Te puedo mencionar el más reciente que tuve con el productor del segundo disco de Calle Santiago. Carlos Meléndez es un hombre para quien la música está en una estima tan elevado, que parece una religión. Su pasión por el diseño sonoro, los géneros, la
producción musical y la tecnología del audio causó un gran impacto en mí y me hizo salirme un poco de la cáscara que te da el hecho de solamente tocar bien o saber mucha armonía. Él te habla desde lo más básico que tiene la música: el sonido, y de cómo éste es un mecanismo para afectar a las personas. El contacto con él fue realmente una revelación para mí, además, me obligó a
escuchar mucha música que yo no estaba acostumbrado a escuchar, y esa quizás, es una de las lecciones más importantes que he aprendido. «No te quedes pegado, el sonido que llevas oyendo durante años, ya es tuyo, ya lo tienes. Ábrete paso a escuchar nuevas tendencias, nuevos géneros».

 

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Como guitarrista clásico has tenido la oportunidad de recorrer el país, así como algunas ciudades de Latinoamérica, ¿qué crees que la guitarra clásica venezolana puede ofrecerle al mundo?

Primero, la insigne figura del Maestro Lauro. Poca gente está consciente de lo importante que es su legado como compositor para nuestro instrumento y del deber que tenemos como venezolanos de cultivar y preservar su repertorio (y no solamente guitarrístico). Pero además de él, la guitarra venezolana ha cultivado mucho entusiasmo en el campo de la composición, con compositores como Luis Ochoa, Francisco Rodrigo, Leopoldo Igarza, Efraín Silva, Ricardo Escorcio y nuestro
recientemente desaparecido físicamente José Luis Lara. Mucha tinta han derramado estos grandes maestros compositores y pienso que tenemos para el mundo un repertorio variado, completo y de alto nivel para ser tocado. Muchas obras de estos maestros no se han ni siquiera estrenado en nuestro país, ni hablar de lo difícil que es conseguir grabaciones de calidad de sus
obras. Entonces creo que el reto de la guitarra venezolana esta allí. La situación actual ha hecho que merme considerablemente la producción de obras en nuestro país, muchas veces la motivación de estos compositores está en una industria sustentable que permita la realización de festivales, concursos, charlas, conferencias, giras y visitas de otros maestros internacionales para que puedan seguir su trabajo. Pero muchas cosas interesantes se siguen haciendo, incluso en nuestra precaria situación.

 

Ahora en el plano de la guitarra eléctrica. Cuéntanos cómo realizaste esa transición y en qué se diferencia tu acercamiento al instrumento de acústico al eléctrico.

Realmente no hay mucha diferencia y es algo que a la gente le sorprende. Mi enfoque hacia la guitarra eléctrica es muy clásico y me he dado cuenta de que con muy pequeños ajustes funciona a la perfección, sobre todo la técnica de la mano izquierda. La mano derecha por estar sujeta al uso de la pajuela, en la mayoría de los casos, requiere un nuevo aprendizaje, pero tampoco es tan
complicado como parece. Sin embargo, la forma de pensar es muy similar en ambos casos. Un aspecto para tomar en cuenta es que en la guitarra clásica siempre estarás sentado y en la eléctrica la mayoría de las veces estarás de pie. Parece algo trivial, pero allí yace una de las principales diferencias entre los dos instrumentos y una de las más difíciles de vencer. Toma tiempo poder ajustarse a ambas formas de tocar, y para muchos, luego de tocar durante muchos días sentado, es bastante difícil tener la misma limpieza y precisión cuando se ponen de pie. Para mí fue muy útil estudiar guitarra clásica porque al trabajar con la eléctrica mudé toda esta severidad con respecto a la limpieza y a la claridad del sonido al nuevo instrumento; cosas como apagar las cuerdas que quedan vibrando y la técnica de ligados de la guitarra clásica resultan muy provechosas cuando la aplicas a una Les Paul conectada a un Marshall.

 

¿Crees que puedan convivir ambos mundos, el de la academia y el rockero?

Sí, totalmente. Solo hay que ser muy responsables y coherentes al hacerlo. También estar muy claros en que toda mezcla requiere concesiones de parte y parte, es normal. Para mí, que dirijo una orquesta de rock sinfónico todas las semanas, el debate está en eso ¿qué le cedo al rock? ¿qué le cedo a la música sinfónica? Y con ceder me refiero a que muchas veces un ejecutante de rock debe dejar de lado cierta manera de tocar, a veces un poco movida en tiempo (pa´ lante, como lo decimos) o debe regular el volumen y la estridencia de su instrumento para abrirle paso a la belleza tímbrica de una orquesta. De igual manera la orquesta, en ocasiones debe dejar de lado cierta galantería o finura a la hora de tocar el instrumento y ser un poco más tosco o rudo
para entrar en el juego, o incluso mover la cabeza al estilo headbang para alimentar visualmente el show que estamos dando. Siempre que se esté dispuesto a conseguir ese punto medio, la música triunfará.

 

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También eres un destacado vocalista. ¿Cuál ha sido el mayor reto que has tenido que enfrentar como frontman?

Ser cantante propone muchos retos diferentes a los que tienen los instrumentistas. El uso del cuerpo, las herramientas histriónicas, el marcaje escénico e incluso el cuidado de la salud son cosas que para un cantante son fundamentales y deben tomarse más en cuenta. Te puedo citar uno de los retos más fuertes que he tenido como cantante: en una de las ediciones del Sibelius Fest fui el vocalista de la banda de apoyo que acompaña a los guitarristas participantes y minutos después tuve que interpretar un tributo a Eric Clapton en el mismo escenario. Las dificultades técnicas del repertorio de la banda de apoyo eran muy fuertes, ya que canté canciones de Avenged Sevenfold, Thirty Seconds To Mars, Papa Roach y otras bandas con vocalistas muy exigentes. Luego pasarse el switch para interpretar a uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos y una de las voces del blues más conocidas no fue nada fácil.

 

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Hoy en día trabajas en la transcripción musical, como músico de sesión, productor musical además de director de la orquesta Euforia Sinfónica. ¿Cómo logras «tener tiempo para todo? ¿Cómo logras rendir en cada una?

Trato de mantener la agenda lo más organizada posible y establecer deadlines para las cosas, eso es de mucha utilidad. Obviamente, cuando haces muchas cosas es inevitable que ciertas cosas se salgan de control, allí hay que tener paciencia y buenas comunicaciones para que todo al final se resuelva. Tengo a mi favor que soy una persona que trabaja rápidamente y tengo muchas
herramientas para resolver en el momento cosas que a lo mejor podrían tomar varias horas o días. Cuando tienes varios años haciéndolo te acostumbras, nada del otro mundo.

 

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Cuéntanos un par de anécdotas de las más curiosas que te han tocado vivir en la música.

Una de las que siempre me acuerdo fue de un festival que tuve con Calle Santiago en Cagua, Edo. Aragua. Fue una experiencia muy genial, y muy rara también. Cagua no es precisamente la cuna del rock, pero hacían un pequeño festival con varias bandas locales y nos invitaron a participar. Fuimos hasta allá con nuestro primer nombre “Otherside” y con la ayuda del papá de
Rigel (antiguo guitarrista) y Nico (actual tecladista) y ganamos el festival. La mejor parte fue al finalizar porque nos tuvimos que quedar toda la noche en las afueras del club donde era el evento, tomando litros y litros de cerveza y al final vemos que la gente de sonido montaba todo el equipo en una ambulancia. Nos pareció muy raro, pero muy cool que la gente de sonido usara una ambulancia para transportarse. Para colmo, al despedirse de nosotros, hablaron por el radio de la ambulancia (que se escuchaba en toda la cuadra), prendieron la sirena y pasaron por nuestro lado diciendo: «Felicidades a los ganadores, la banda Otherside». Parece tonto, pero es un recuerdo de lujo y más para unos chamos de 17 años.

Otra anécdota: saliendo de tocar un concierto con la Orquesta Sinfónica de Maturín, un señor se me acerca a mí y a mis compañeros. Nos dice: «Oye, yo iba camino a suicidarme, pero pasé por aquí y quedé tan maravillado con la belleza de la música que estaban haciendo, que ahora siento que la vida vale la pena vivirla». Algo muy escalofriante. Reconfortante, pero escalofriante. No sabemos qué tan verdad haya sido el testimonio de esta persona, que no se veía muy cuerda, pero al recordar ese episodio pienso que quizás la vida de alguien depende de que la escala del compás 545 me salga bien. Es una buena motivación, después de todo.

 

 

Además de la música, ¿qué otros intereses tienes? En este sentido también nos gustaría saber a quienes admiras y por qué.

Me encanta el cine y el arte en general. Me gusta mucho el teatro y he tenido la oportunidad de hacer mucha música para obras y por supuesto, tocar en ellas. Me apasiona el fútbol y en otros tiempos lo jugué bastante. Soy Ingeniero Mecánico, aunque actualmente no lo ejerzo. Me gusta mucho las matemáticas, la física, la ciencia y la tecnología.

Admiro a mucha gente. Santana dice: «Es más fácil encontrar la grandeza en otras personas que en uno mismo». A él lo admiro bastante.

Johann Sebastian Bach, mi ídolo de todos los tiempos. Mozart, el dios de la forma. Pienso que todos somos hijos de los Beatles y mi vida cambió la primera vez que escuché a Prince, simplemente un genio de nuestro tiempo. Me encanta el trabajo que realiza Steven Wilson y mi placer culposo es ver a Justin Timberlake por las noches.

 

 

Uno de los guitarristas más versátiles de esta generación: Manuel Aumaitre, tuvimos la oportunidad de acercarnos a él con mucho detalle en esta entrevista #ApuestoalRock Clic para tuitear

 

 

¿Qué te queda por conseguir en la música? ¿Cuáles son tus próximos objetivos?

Me queda por lograr muchas cosas. Pronto emigraré a Ecuador. Me encontraré con nuevos desafíos, por lo que mis objetivos pueden no estar tan claros en estos momentos. Dependerá mucho de lo que me encuentre allá. No soy precisamente muy ordenado en plantearme objetivos a largo plazo. Pronto, Calle Santiago lanzará su segundo «Nuevos Hombres» y hay que
pensar en cómo trabajará la banda en esta nueva etapa de separación física (nunca sentimental), pero estamos trabajando para expandir nuestro rango de acción y poder tocar en otros países del sur de América. Conmigo y con Pedro fuera de Venezuela esto es una posibilidad.

Estoy fantaseando con la idea de sacar un disco como solista, donde pueda trabajar géneros que me encantan como el pop y el R&B. Tengo mucho material preparado y espero en Ecuador tener tiempo suficiente para trabajar en esto.

De resto, donde haya música para mí, ahí estaré yo.

 

 

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Muy agradecido por esta genial entrevista. Sigan apostando al rock, nunca se pierde 🙂

 

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